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6º.‐
Ynexorables los Subinspectores en mantener arreglo, orden, y disciplina, serán al mismo
tiempo muy afables y benignos con los confinados. Estos infelices no incurrirán jamás en la
desesperación si los miran como Padres y Protectores, y así oirán sus quejas sin mostrar
displicencia, aunque fútiles, ó imaginarias, y procurarán satiafacerlos si razonables.
7º.‐
Por ningún medio se enterarán mejor de los desordenes de los Presidios, que con el de
oir afablemente, y con separación a los Presidiarios, y haciendole ver por los hechos, que
jamás arriesgan el malquistarse con sus Gefes inmediatos por quejarse de ellos.
8º.‐
La inteligencia y celo de los Subinspectores se manifestarán muy particularmente en la
extension y perfección que hagan tomar a los Talleres de los Presidios, en la introduccion de
máquinas, que avrevien, y mejoren los trabajos excusando manos, y en los productos de
ellos.
9º.‐
Cuidarán de granjearse, y merecer la confianza de los Gefes militares, y hacerlos
participes, y consecuentes de sus ideas, para que así sean quienes mas los patrocinen y
ayuden lejos de ser sus opositores.
10º.‐
Así mismo procurarán tenier la mejor armonía, y correspondencia con todas las
jurisdicciones, sin suscitar competencias, ni acrimoniar las que puedan ocurrir procurando
transigirlas.
11º.‐
En las revistas de Inspección no se atendrán á meras formalidades, sino que verificarán
por sí las listas y relaciones que les presenten, examinandolo todo, y viendo si los hechos, ó
la realidad está conforme con los documentos. Ninguna prolixidad estará demás en los
asuntos de intereses, ni en los informes a cerca de los alivios que les propongan para los
Confinados.
12º.‐
No permitirán en los Presidios á ningún Capataz ni Cabo de vara, que sean hombres
vestiales, y que crueles por barbaridad, se lisonjean de embiar de un palo a un hombre al
hospital.
13º.‐
Donde más dignamente mostrarán los Subinspectores su humanidad, será en vigilar
sobre el buen trato, asistencia, aseo, y ventilación de los Hospitales de los Presidios. Si á la
triste suerte de los Confinados, aunque merecida, se agrega verse sin socorro en sus
enfermedades, se seguiría su desesperación: la humanidad declama a su favor.
14º.‐
No es menos digna de su cuidado la direccion de los Jóvenes corrigendos. Hacerles
olvidar sus malas habitudes, adquirir las virtuosas, aplicarlos á oficios que les sean geniales, y
sacar de ellos buenos Ciudadanos, deve ser el objeto que se deven proponer.