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Altercado de un grupo de internos en la cárcel de Aranjuez con quema de sábanas y banderas

Fuente: ABC

Arrojaron lejía, leche y fruta por las ventanas en dos módulos de respeto donde no hay conflictos

Las prisiones de toda España se están convirtiendo en un polvorín. La falta de medidas de protección de los funcionarios que solo cuentan con gel hidroalcohólico y carecen de trajes y mascarillas, el temor a ser contagiados y, en el peor de los casos, acabar muriendo entre rejas; la prohibición de visitas de sus familares y el vis a vis, lo que hace que no entre droga; las informaciones que ven constamente; la reclusión de la población general por el estado de alerta y el miedo a que sus allegados contraigan el Covid-19, hace que la tensión crezca día a día.

Anoche en Madrid VI (Aranjuez) se produjo un pequeño motín pasadas las 20 horas, que se prolongó por espacio de dos según ha podido saber ABC de fuentes del centro. Fue en dos de los módulos de respeto, que albergan a reclusos no conflictivos. Ahí están los reclusos con un bajo perfil delincuencial que se encargan de autogestionar esos recintos, considerados la «zona vip» de las cárceles.

Un mando les invitó a aplaudir por las ventanas

No tienen problemas de salud ni de consumo de estupefacientes pero el estado de nerviosismo que soportan les hizo estallar ayer cuando un mando les instó a aplaudir por las ventanas al personal sanitario. Las mismas fuentes culpan a esa persona de lo sucedido, dada la situación de excepcionalidad que se vive. Todo ello hizo que saltara la chispa.

Ocurrió en los módulos 9 y 11 cuando en el altercado un grupo provocó un incendio al quemar sábanas y banderas. Mientras, otros de los alborotadores lanzaban botellas de lejía por las ventanas de la celda, cartones de leche y piezas de fruta que tuvieron que ser esquivadas por los funcionarios. Así lo explican fuentes de prisiones. Al final, el asunto se zanjó al sofocar los funcionarios el fuego con los extintores y echando mano de sus ropas -polos y camisas- .

El asunto acabó con doce reclusos castigados en régimen de aislamiento. Siete del módulo 11 y 5 del 9. En el 12 están los siete hijos de Ruiz Mateos, Jaume Matas, el administrador de Sara Montiel y Ricardo Guerra, el autor del crimen de Aitor Zabaleta. Por uno de ellos pasó también un tiempo David Marjaliza.

El avispero en el que se han convertido las prisiones ha provocado que, incluso en estos módulos tranquilos, el nerviosismo cunda y cualquier chispa haga estallar el avispero. Hasta para los reos considerados la «crème de la crème».

Es el caso del módulo 9, considerado de «respeto, respeto», que alberga a la considerada élite. Hay población con delitos económicos y contra el patrimonio, principalmente. Estos tienen salidas para hacar talleres, hacen el matenimiento de sus estancias, cursos de jardinería. En el 11 hay jóvenes pandilleros que han protagonizado reyertas y tienen 20-21 años.

Instituciones Penitenciarias permite más llamadas

No obstante, desde Instituciones Penitenciarias facilitan otra versión. Precisan que varios internos arrojaron papel higiénico ardiendo a modo de bengala por la ventana, coincidiendo con el homenaje a los sanitarios. Y cifran el número de personas aisladas en 9. Se encuenran en ssu celdas no en el módulo de aisalmiento, precissan, dado que no consideran grave el episodio.

Para minimizar la falta de contacto con sus allegados y hacer a los presos más liviana su situación, la institución ha aumentado el número de personas a las que pueden llamar. Antes cada uno solo podía realizar diez llamadas a la semana, ahora permiten quince. Además, han dado una instrucción para que aquellos que no tengan recursos puedan llamar de forma gratuita.

En el módulo de madres se cerró hace unas semanas la guardería infantiol por el contagio de una trabajadora. Por eso muchos reclusos, advierten a los funcionarios cuando se acercan: «Aléjese, por favor, no quiero pillar el bicho».

Los trabajadores exigen medidas de protección para no contagiarse ni contagiar a otros. Carecen de mascarillas y trajes EPI de proteción, por lo que denuncian estar abandonados a su suerte.

 

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