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Un preso de ETA lleva a juicio a un funcionario por maltrato psíquico

El etarra argumenta que el funcionario no quiso entregarle la prensa en la mano y que lo humilló por dejársela en el suelo a las puertas de la celda.

Fuente: el Día digital

No le entregó la prensa en la mano. Ése es el motivo esgrimido por un preso de ETA –Ángel Figueroa Fernández– para sentar en el banquillo de los acusados a un funcionario del centro penitenciario de Alcolea por una presunta vejación. Los hechos –que están pendientes de sentencia en el Juzgado de Instrucción número 3– se produjeron en el mes de julio del año pasado, cuando los funcionarios procedían al reparto de la correspondencia entre los internos. Según el terrorista, el trabajador se negó a darle el paquete en la mano y, en su lugar, lo depositó en el suelo del pasillo –al parecer, ante la puerta de la celda–. Eso le valió para presentar una denuncia y que el caso llegara a los tribunales.

Según fuentes próximas al caso, el etarra argumentó durante la vista oral que el funcionario tenía la obligación de conocer la legislación penitenciaria y, en consecuencia, su objetivo no era otro que humillarlo al obligarlo a agacharse para fuera él mismo quien levantara los paquetes del suelo. Por lo que, según su interpretación, esa práctica constituiría una acción ilegal.

La tarde de los hechos el funcionario le efectuó la entrega de un voluminoso paquete de periódicos, según las explicaciones del entorno penitenciario. Cuando el trabajador le entregó la notificación para que firmase el recibí, el interno se opuso a devolver el documento original, que rubricó –según las mismas fuentes– con una expresión en euskera. Tras pedirle reiteradamente que devolviera el papel, el etarra contestó que sólo lo haría si los funcionarios se agachaban y le daban los periódicos en la mano. Aunque al final cedió y recogió los papeles, después escupió al suelo y arrojó el documento al suelo de la galería.

Según los argumentos del denunciante, la entrega tendría que haberse hecho en mano al ser ésta la forma más normal y consideró que la actividad penitenciaria tendría que ser ejercida respetando la personalidad de los presos, pues poseen el derecho a que se preserve su dignidad. El etarra reclama que el funcionario pague una multa por el presunto episodio de malos tratos psicológicos.

Fuentes del entorno penitenciario explicaron que dejar la correspondencia en el suelo es una práctica habitual debido al volumen de trabajo diario. Argumentaron, además, que la denuncia por la presunta vejación podría formar parte de un plan de actuación concertado y aceptado por los presos de ETA que cumplen condena en el centro penitenciario de Córdoba y que se trata, por tanto, de un plan preconcebido. Según las mismas fuentes, los internos suelen cursar quejas sobre cuestiones relacionadas con el economato, los horarios o las llamadas telefónicas.

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