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POR JAVIER PAGOLA

Fuente: abc.es

Hace apenas dos años, las Fuerzas de Seguridad del Estado veían como «probable» que, en caso de quedar en libertad, José Ignacio de Juana Chaos siguiera los pasos de «Josu Ternera» y se incorporara a la dirección de una ETA, escasa de cabecillas con peso. Ahora, en cambio, cuestionan esta hipótesis porque las secuelas físicas y psicológicas que arrastre tras la huelga de hambre, aunque sean leves tras un proceso de recuperación, parecen incompatibles con una vida en la clandestinidad. Pero ETA, a cambio de perder un posible cabecilla, ganaría un referente, un símbolo de «lucha», de «victoria», con pretensión de ser enarbolado en los actos de Batasuna.


De Juana ha ejercido de etarra mientras ha estado en prisión, pero en el momento en que salga en libertad será recuperable para la actividad terrorista, si no en el «frente militar», sí en el «frente político».


La cúpula siempre lo ha visto como un militante «recicable» y por ello diseñó hasta dos planes de fuga para rescatarlo. Y es que el pistolero del «comando Madrid» en uno de sus períodos más sanguinarios ha orientado desde la cárcel parte de la estrategia de ETA, como cuando, a través de la carta «Gallizo», publicada el 30 de diciembre de 2004 en «Gara», marcó como posibles objetivos a varios directores y funcionarios de prisiones. En otra, tiulada «El escudo», advertía por aquellas fechas: «Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria; sí, sacarlas, porque otro camino implica más sufrimiento; o el futuro terminará demostrando sin duda que os quedásteis sin ellas». Auténticas amenazas sobre todo si las profiere un individuo que en enero de 1993 mantuvo con su abogado una conversación en la que coincidieron en que la banda debía atentar contra los directivos de prisiones.
En 1998, tras descubrir su vocación de «escritor», elaboró una instancia, que entregó en mano a uno de los funcionarios del centro penitenciario en el que «redimía» penas, para solicitar langostinos y champán. El miserable quería festejar el asesinato del concejal de UPN Tomás Caballero. Claro, que entonces no estaba en huelga de hambre. Ahora, tras el atentado de Barajas, que costó la vida a dos ecuatorianos, De Juana no ha pedido mariscada. Quizá, porque «es un hombre que está en el proceso de paz», según Rodríguez Zapatero. Pero, según su propio historial, es uno de los mayores asesinos en serie en la Historia de España, en competencia con Parot, «Kubati»...


También en 1998, tras el asesinato del edil del PP en Sevilla Alberto Jiménez Becerril y su esposa, De Juana se dirigió a los dos huérfanos de corta edad para decirles: «Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella ya he comido para todo el mes».

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